Con Alfonso IX se conformó oficialmente el Panteón Real de Compostela pero, también, se dio por cerrada la dinastía Borgoña y con ella el reino independiente de Galicia y de León, que pasaron a unificarse con el de Castilla en la persona de Fernando III el Santo. Tiempo después, en 1374, tuvo lugar el fallecimiento, de Juana de Castro, reina consorte de Castilla y de León por su fallido matrimonio, en 1354, con Pedro I, con quien no llegaría a convivir. A pesar de ello, hasta su muerte ostentó el título de Reina y, como tal, fue enterrada en la catedral de Santiago. Su sepulcro, atribuido a un taller compostelano activo en la época, fue concebido como exento y no adosado, como eran el resto de piezas que integraban la Capilla Real, lo que ha generado ciertas dudas acerca de su ubicación original en la misma. En el traslado del Panteón a su actual ubicación, en el año 1535, la pieza quedó, como las demás, embutida en una de las hornacinas, ocultando parte de su decoración.
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