El yacimiento del Alto de La Cruz ha revelado varias de estos sencillos y curiosos instrumentos musicales: tallados en hueso hueco, de sección arqueada, con una cara plana y otra convexa, y con un orificio (como en este caso) o dos.
Su función no está clara, pero se cree que pudo tener una función ritual al haberse documentado en entornos domésticos y asociados a algunos de los elementos de gran carga simbólica que ya hemos visto (idolillos, copa ritual, decoración antropomorfa, etc.).
En todo caso, esta pieza documenta claramente la existencia de una tradición musical arraigada que, acaso, arrancaría de los antiquísimos silbatos de piedra neolíticos hallados en los dólmenes de Aizibita, Faulo o Aritzi, y desembocaría en el actual txistu.
Se constata así mismo la pervivencia de la industria ósea: punzones, agujas, espátulas, fusayolas, mangos de cuchillo, etc. Una práctica que se puede rastrear en la región desde el Paleolítico hasta un pasado relativamente reciente.
Medidas: 2.7 x 1,5 cm.
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