El origen del eremitorio rupestre de San Vicente, ubicado entre Cervera de Pisuerga y Vado, se remonta hasta el S. VIII o anterior.
Según el estudio de Esteban Sainz Vidal, el eremitorio pasó por varias etapas diferentes. Inicialmente habría sido un eremitorio habitado por algún eremita. Posteriormente, formó parte de un conjunto monástico, como queda registrado en los fondos del monasterio gallego de Samos en un documento del año 818 que habla del compromiso con la comunidad monástica del abad Arias y sus compañeros. Finalmente, en el siglo XII dejaría de tener utilidad al edificarse junto al mismo una iglesia románica que perduró en pie hasta el siglo XIX.
La reconstrucción se centra en la etapa en la que fue un monasterio. Al no existir literatura específica sobre los eremitorios, adaptarse cada caso a los materiales existentes en su entorno y la ausencia de otos restos más allá de los practicados en la roca hace que la reconstrucción sea neutra y se limite a esbozar algunos de los espacios.
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