Francisco BADÍA PLASENCIA Torero / 1972 Bronce 99x38x22 cm.
Durante su estancia en París abandona las influencias mediterraneístas para adentrarse en un lenguaje expresionista y surrealista. Su preocupación fue esencialmente antropológica: el profundo drama existencial del hombre moderno. Su obra escultórica consigue crear una sensación de irrealidad propia de un mundo deteriorado y artificial habitado por personajes retorcidos y deformes, modelados lenta y obsesivamente: hombres y mujeres de pie o caminando, estáticas efigies de toreros, como las dos que forman parte de la colección escultórica. Hacia el final de su trayectoria Badía realiza sus obras más abstractas, consistentes en urbes, estructuras conformadas por esquemáticos armazones a modo de entramados horizontales y verticales, andamiajes o esqueletos que remiten a la masificación de la ciudad, al agobio de vivir urbano. Es este el caso de la obra “Figura”, que junto con las dos anteriores ofrecen una visión transversal de su evolución artística.
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