Tanto Valdivia como el Archipiélago de Chiloé representaban los enclaves más australes de la costa del Pacífico, y su importancia estratégica para el Virreinato del Perú generó la necesidad de fortificarlos para evitar el ataque de la población indígena; así, para el caso de Valdivia, el ingeniero Juan Garland proyectó una red de defensa en 1768, donde se incluyó a este torreón.
Luego, su construcción sería ejecutada por el Gobernador don Joaquín de Espinoza y Dávalos en 17741 con muros de 60 cm en su base y 30 cm en su parte superior. En 1781 fue incluida por Antonio Duce Oliveros dentro del sistema defensivo de la ciudad con motivo de la inminente Guerra con Inglaterra (años 1780-1799).4 El 15 de febrero de 1785, se transformó en la prisión de Tomás de Figueroa tras ser acusado por el gobernador de la época como «incendiario».
Actualmente, «los torreones Los Canelos y Picarte son los únicos vestigios que permanecen en pie de la antigua fortificación de Valdivia».
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