Representación escultórica, de busto, de Santa Dorotea. Aparece como una hermosa joven, de larga cabellera rubia de menudos rizos. Va vestida con túnica rosada estofada con motivos florales y toca cubriéndole la cabeza. Muestra dos heridas sangrantes, una en la frente y otra en el cuello, que aluden a su martirio; fue decapitada en el tiempo de las persecuciones romanas. Carece de su atributo iconográfico más representativo, un cesto de flores y manzanas. En el pecho, se abre el hueco ovalado, con marco dorado, de un relicario que debió contener algún resto de la santa.
Por sus características estilísticas (alargamiento de la figura, inexpresividad, plegados de las vestimentas, tratamiento de los pequeños rizos…) y el tipo de molduras que configuran el relicario, puede considerarse una pieza representativa del manierismo sevillano del último cuarto del siglo XVI.
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